Habla pueblo, habla.
Háblale de Susana, que se salvó en La Curra al agarrarse a una farola.
Háblale de los dos preciosos niños, Izan y Rubén, vecinos de Susana, que estaban cobijados en su hogar cuando la caja de un tráiler impactó, rompió paredes y fueron succionados por las virulentas aguas.
Háblale de la suegra de Raúl, engullida con las negras y frías aguas mientras estaba cobijada en su casa.
Háblale del padre de Eva, que quiso salvar su coche y tardó más de dos semanas en que apareciese su cuerpo.
Háblale también del marido de Lola, que fue a sacar el coche del garaje… y no arrancó. Un vehículo heredado de su difunto padre, que impidió que el coche arrancara y le salvó.
Háblale de Cristina, que salvó a tiempo su vida de la nave que se llevó el barranco desbordado. Y, agotando una segunda vida más, la volvió a salvar al errar el camino a casa, inexplicablemente, cientos de veces recorrido. Si no se hubiera equivocado el agua la habría fagocitado.
Háblale de Alfonso, que tuvo la fortuna de que parar su coche, atascado, en un alto de la autovía. Metros más abajo, caos, confusión, muerte, destrucción. 17 horas después llegó a casa caminando. Pero, llegó.
Habla pueblo, habla. Háblales del 29 de octubre, la fecha que nos rompió a todos. Quebró ánimos y corazones, vidas e ilusiones. Desde ese instante, todos nos regimos por antes de la DANA y después de ella, como una nueva manera de cuantificar el tiempo.
Habla pueblo, habla. Y cuéntales a todos cómo pasaron las horas, los días, y no llegaban soldados a socorrerte. Tus soldados. Con una Base Jaime I, en Bétera, cerquita de ti, que está a disposición de la OTAN… pero no de ti. Cuéntales que, a título particular, esos soldados te contaron que deseaban actuar… pero no se lo ordenaron… desde Madrid.
Habla pueblo, habla. Orgulloso, con la voz aún rota, al recordar la marea ingente de personas que acudieron en tu ayuda, cargados de voluntad, de amor hacia ti. Un tsunami de humanidad, sin nadie que lo comandara. Una dadivosa, especialmente juventud, que corrió a ayudarte. ¿Alguien tendrá el coraje de concederle un Premio Princesa de Asturias de la Solidaridad a esa ejemplar marea humana?
Habla pueblo, habla. Y cuéntale que algunos, los menos, camuflados de voluntariosa ayuda, ejercieron de influencers en tu tragedia. Pocos, sí, parásitos. O directivos ansiosos de pisar lodo, sacarse unos cuantos selfis embarrados, corrieron para regresar a la cotidianidad de sus pulcros despachos, inmortalizadas sus hazañas en sus redes sociales. Estuve. Ayudé. Claman, hipócritas mientras tu frío dolor continúa, ellos duermen al calor de su calefacción, mientras que tú te resguardas con mantas donadas.
Habla pueblo, habla. Y cuéntale también lo políticamente incorrecto. Los saqueos que sufriste para llevarse lo más nimio que se salvó de la riada. Cuéntales las nacionalidades de los saqueadores. Esos a los que España cobijó huyendo de sus propios países. Y hoy agradecen las manos extendidas con el hurto al más necesitado. Saqueadores que, en sus países de origen, serían castigados cortándole las manos. Pero, claro, no es políticamente correcto hablar de sus orígenes. Racista quien tan siquiera lo sugiere. ¡Qué importa tu dolor a tantos hipócritas preocupados tan solo de lo políticamente correcto!
Habla pueblo, habla. Y no calles. Perdona, pero no olvides. Cuéntale cómo lloraste solo, a oscuras, mientras el agua batía tu casa y el barro se incrustaba en la más mínima rendija de tu hogar. De tu vida. Habla y cuéntales tu rabia y tu abandono y tu impotencia, tu soledad y tus frías y oscuras noches, tu hambre y tu miedo a que retornase el agua y a que te robasen lo poquísimo que ésta no se llevó.
Habla para compartir tu dolor. Habla para que no se olvide. Habla para castigar con tu voz y tu palabra la ignominia sufrida. Habla para no callar. Habla para no permitir que te silencien. Habla para que todos sepan cómo pasaron las horas, los días, sin que nadie acudiese en tu ayuda.
Habla pueblo, habla. Para que no se apaguen los focos y dejes de ser noticia. Todos somos pueblo. Sufrimos juntos, voces quebradas, corazones rotos. Y no vamos a permitir que tu dolor se convierta en homenajes posteriores cada vez que llegue un nuevo 29/O.
Habla pueblo, habla. Y espérales. Vendrán a buscarte. Tu voto es su escaño, su, ilusos, creen ellos, su poltrona. Vendrán a mendigarte. Acusarán unos a los otros y se erigirán en salvadores desde el minuto uno, aunque hubiera tardado cuatro días en llegar el ejército (en número insuficiente). Justificará el otro su comida privada de trabajo, las sucesivas versiones. Y la oportuna capacidad de respuesta. Uno al querer detentar el mando. El otro, porque no le han pedido ayuda…
Y tú, frío, sereno, les mirarás a los ojos. A los unos. A los otros. Y hablarás con tu voto. Fría. Pausadamente. Y les ayudarás a entender lo frágiles que son. Porque sin ti, todos estos traidores políticos, no son nada.
Habla pueblo, habla.
Rafael de Otero-Sevilla.
Texto imagen cuadro: El Pueblo salva al Pueblo, de José Luis Puche.
Post scriptum:
Lo que hemos vivido el 29 de Octubre, directa e indirectamente, nos ha transformado. Un cambio, una evolución, una ruptura, primero interior, y, externamente, con una clase política que no es acreedora del magnífico pueblo español que la sustenta. Un pueblo, especialmente una juventud calificada hasta entonces de mil y una maneras, en gran medida de manera poco positiva y edificante, que reaccionó en masa ante el dolor ajeno. Que corrió a ayudar con lo poco que tenía, sus manos y una inmensa voluntad.
Mientras, la clase política, de colores contrapuestos, medraba entre ostentar el mando y la altiva chulería del otro, “si necesitas ayuda, pídela”.
Y, abajo, siempre abajo, embarrado, velando cadáveres con el lodo cuarteado; sin agua potable que beber, sin medicamentos para los enfermos crónicos, sin puertas para evitar los centenares de desalmados saqueadores, sin luz, casi sin ilusión… el pueblo llano, el mismo que había votado a unos y a otros, rabiaba solo, abandonado, impotente, ninguneado…
Por eso, mientras a la gente de bien nos quede un halo de voz debemos de ser memoria y recuerdo. Lo sucedido, no puede volver a repetirse. Y, no nos olvidemos de los que aún, y me temo que durante mucho tiempo, permanecerán solos y sin ayudas institucionales. Hemos de recordar que se merecen justicia. Los que se fueron y los que restan aquí. Una justicia que implica condenas, inhabilitaciones y penas de cárcel para unos políticos que han abandonado a su pueblo. No es cuestión de colores. Se trata de vidas rotas para siempre. Deben de pagar como responsables de lo acontecido. De lo previo. Y de no haber actuado a tiempo, como de ellos se hubiera esperado.
Por eso he rescatado el tema de Vino Tinto, que animó a nuestros compatriotas en 1976 a participar en la reforma política, tras la muerte del dictador.
Hoy, ahora, Habla pueblo, habla reivindica a un pueblo que ha sido abandonado por su clase política. Un pueblo al que hemos de dotar de un megáfono para que grite a los cuatro vientos todo lo que ha sufrido… y sigue sufriendo. La rabia, impotencia y la soledad de sus pueblos devastados.
Ahora, Habla pueblo, habla, no dejes que nadie apague tu voz… Y, tú, conmigo, ¿me ayudarás a preservarla y amplificarla?
Vino Tinto: https://www.youtube.com/watch?v=3ydVeaQbaqw
Si tienes unos ojos para ver
El camino que has de andar
Si tienes un corazón que te mueve
Unas manos que trabajan
Y un ansia de libertad
Y si tienes aliento para hablar
Dime, pueblo, ¿quién te obliga?
¿Quién puede obligarte a callar?
Habla, pueblo, habla
Tuyo es el mañana
Habla y no permitas que roben tu palabra
Habla, pueblo, habla
Habla sin temor
No dejes que nadie apague tu voz
Habla, pueblo, habla
Habla, pueblo, habla
Este es el momento
No escuches a quien diga
Que guardes silencio
Habla, pueblo, habla
Habla, pueblo, sí
No dejes que nadie decida por ti
Habla, pueblo, habla
Si tienes el deseo de borrar
Las huellas del rencor
Si quieres afirmar tu voluntad
Decidiendo tu destino
Con la fuerza de tu voz
Y si tienes aliento para hablar
Dime, pueblo, ¿quién te obliga?
¿Quién puede obligarte a callar?
Habla, pueblo, habla
Tuyo es el mañana
Habla y no permitas que roben tu palabra
Habla, pueblo, habla
Habla sin temor
No dejes que nadie apague tu voz
Habla, pueblo, habla
Habla, pueblo, habla
Este es el momento
No escuches a quien diga
Que guardes silencio
Habla, pueblo, habla
Habla, pueblo, sí
No dejes que nadie decida por ti
Habla, pueblo, habla, habla